domingo, 20 de diciembre de 2015

UN TIPO CON SUERTE


Un tipo con suerte

Bendita fortuna pensó, cuando aquella preciosidad se fijó en él, un cuarentón fondón,  para cumplir sus fantasías. No dudó en seguirla a casa. Palideció tan pronto entró. Un señor que parecía loco, junto a una mujer de mirada ida con un hilillo de saliva colgando de los labios, los observaban fijamente.

—Papis—, oyó mientras el hombre alzaba un hacha—, os traje la cena.



©María Dolores Moreno Herrera

martes, 8 de diciembre de 2015

TRAZANDO QUIMERAS



Sobre tú prístina piel, escuchando el suave susurro del desgarro, voy arañando enloquecida contemplando la negra sangre manar a borbotones. Aparto el cálamo, observo las pulcras cicatrices que, como tatuajes indelebles, marcan la nívea dermis. Letras, frases  que muestran anhelos, deseos, sueños, historias, mis ángeles y demonios, mis escritos, mi alma hecha palabras.


 ©María Dolores Moreno Herrera.

sábado, 28 de noviembre de 2015

EL JARDÍN


El Jardín

Sentada en la vieja mecedora dejó la labor que tenía entre manos y contempló con embeleso y orgullo los rosales que ya comenzaban a lanzar sus capullos al cálido cielo primaveral. Curvó los labios con satisfacción ante el bello espectáculo que ofrecían sus adoradas plantas.

Aún recordaba el día que las plantó, un gran agujero, un hombre maniatado y amordazado con los ojos desorbitados viendo como la tierra caía sobre él, cubriéndole, ahogándolo, produciéndole una lenta agonía en aquella oquedad de la que no podía escapar. Esperó una larga jornada antes de colocar sus preciados tesoros sobre tan especial lecho, tapar bien las raíces y verter un poco de agua.

¿Cuál es el secreto para conseguir unas flores tan hermosas, coloridas y olorosas? Le solían preguntar.

— Cuidados, esmero, amor —se respondió a si misma, tomando las agujas para seguir tejiendo y meciéndose lentamente una mueca malvada se dibujó en su boca—, y un fertilizante especial.



©María Dolores Moreno Herrera.



sábado, 14 de noviembre de 2015

¿A QUÉ SABE LA VIDA?


Junto a la ventana de la solitaria habitación, dejando que los calidos rayos de sol  primaverales calienten sus cansados huesos abrió el viejo cuaderno en el que empezó y acabó por anotar cosas aquel verano cuando tenía 15 años y que no sabía por que aún conservaba.  Apenas unos cuantos párrafos y garabatos aparecen en las páginas amarillentas por el tiempo. Detiene la vista en un renglón subrayado y sin quererlo su mente viaja al pasado.

Con su pantalón corto y su camiseta de tirantes una jovencita inquieta trata inútilmente de dibujar una gaviota que vuela majestuosa bajo un límpido y azul cielo. A su lado un curtido marino repara silenciosamente una de sus redes. Alza la vista hacia la muchacha que le muestra su obra orgullosa, aquello puede ser cualquier cosa menos el ave que se zambulle en pos de una presa, aún así asiente y sonríe cuando la ve dejar todo en el suelo y dando saltitos se acerca hasta la orilla para dejar que el agua le bese los pies.

    Abuelo, tú que has visto y aprendido tantas cosas —pregunta a gritos mientras se va acercando de nuevo hacia él— ¿A que sabe la vida?

    A mar —responde sin dudarlo mientras los dedos se mueven con agilidad por el entramado que sujeta entre las manos.

    ¡Eso es imposible! —exclama dejándose caer a su lado—, pero lo anotaré, aunque estoy segura que sabrá a chocolate, a vainilla…

    Ahora no lo entiendes —comenta interrumpiéndola —, pero cuando seas tan vieja como yo, recordarás mis palabras y me comprenderás.

Parpadeó saliendo de su ensimismamiento, repasó con las yemas las gastadas y casi infantiles letras. Hacia mucho que sus años no se contaban en primaveras y aunque sus ojos oscuros guardaban el calor del verano, muchos otoños habían surcado de arrugas su piel y los mismos inviernos teñido de blanco sus otrora castaños cabellos. Comenzó a llorar mientras un cúmulo de recuerdos la invadía sacudiéndola por dentro.

El día que le rompieron por primera vez el corazón, cuando reía a carcajadas con las amigas hasta acabar con las mejillas empapadas, cuando le dieron la noticia de la muerte de sus padres, su boda, los mordisquitos que le daba en el hombro a su marido después de hacer el amor, el orgullo por los logros de sus hijos, su abandono...

Estaba a kilómetros del océano, pero como siempre su abuelo tenía razón, con los años  y la experiencia  había comprendido al fin.

Una tras otra las lagrimas rodaron por el rostro hasta sus labios, con la punta de la lengua las atrapó dejando que su salino sabor le llenara la boca. La alegría, la tristeza, la emoción, la desesperación,  la pasión, la soledad…, la vida sabía a mar.


© María Dolores Moreno Herrera

sábado, 31 de octubre de 2015

UNA MALA DECISIÓN



El silencio de la noche se rompió con el repiqueteo de los tacones de la solitaria dama envuelta en una capa con capucha caminaba presurosa por la acera. En lo alto del firmamento la luna llena vertía su argenta luz sobre ella, dándole un aspecto atrayentemente tétrico.  Cruzó la calle despacio y se detuvo un minuto ante el parque, era el camino más corto para llegar a la fiesta de Halloween que daban sus amigos, sintió un poco de miedo ya que las tibias luces de las farolas  apenas si bordaban sombras fantasmagóricas entre los árboles y vino a su mente una historia que le contaron hace varios años, donde una joven tal día como aquel desapareció en aquel jardín.

 Meneó la cabeza ante su estúpido pánico, sin duda se estaba dejando influenciar por la fecha y los cuentos de viejos. No tenía tiempo para esas tonterías o como de costumbre llegaría tarde.

Con decisión comenzó caminar por el sendero, sonrió tontamente por su temor cuando a lo lejos vio acercarse, con paso tambaleante, a otras personas también disfrazadas de zombies.

Una mueca torció sus bien pintados labios, una  gota de sudor rodó entre sus pechos y un ligero temblor sacudió su cuerpo al escuchar el raro y susurrante cántico que aquellos extraños que cada vez estaban más próximos. Aquello era…, no eso eran leyendas para asustar a los niños.

 Quiso darse la vuelta y regresar pero sus pies no respondían y no fue capaz de moverse un ápice.

Intentó gritar pero ningún  sonido salió de su garganta cuando el primero de aquellos seres llegó a su altura, un rostro maliciento de orbes hundidos la contemplaba con lo que algún día pudo ser una sonrisa, al tiempo que le tendía el crucifijo que portaba.

Sus brazos, como resortes tomaron aquella cruz mientras su capa resbalaba sobre los hombros hasta yacer en el suelo. Sin mediar palabra comenzó a dar un paso tras otro abriendo aquella procesión de muerte seguida de miles de cuerpos traslucidos hasta perderse entre las sombras.

Nadie supo de ella nunca más, sólo el trozo de tela que la envolvía apareció en un camino del parque.

Cada noche, con el rostro ajado y ceniciento, una mujer desaparecida llevando una cruz en la mano abre el sequito de la Santa Compaña, buscando un alma errante que la libere del peso aquella maldición. 

sábado, 17 de octubre de 2015

TEODORA



El tiempo retorcía su cuerpo, ajaba el rostro…, pero no lograba apagar el refulgir de sus ojos al hablar de ella.

    Hermosa como ninguna, protestona o amable, sabía escuchar.  Me hacía sentir importante avanzando entre los árboles, por la ciudad, bajo el sol o la lluvia. A su lado era el amo del mundo—, murmuraba Francisco soñador, acariciando una vieja fotografía. —. Mírala, tan bella.

Contemplé la gastada instantánea, un joven maquinista de ónices brillantes  posaba la mano en el costado de una desfasada locomotora. Junto a sus dedos, escrito con tiza, un nombre de mujer.


sábado, 26 de septiembre de 2015

IN MEMORIAN (Poema seleccionado por Ed. ArtGerust para la antología homenaje a Gustavo Adolfo Bécquer)



IN MEMORIAN

Él era hacedor de sueños
Creador de fantasías
Que con  detalles pequeños
Te colmaba de alegrías.

Eran de sus manos callosas
Las caricias más hermosas
Y preñado de agotamiento
Las dulces palabras de aliento.

Mas Átropos cortó la hebra
Que lo ligaba a vida
Y como una culebra
Reptó en mi alma una herida.

No temas que me haya ido
Siempre estaré en ti
Si no me abandonas en el olvido
Jamás podré morir.

Y en las noches de San Juan mientras el fuego arde
Hay quien baila y  salta centellas
Vivo el recuerdo del día que se fue un padre

Mientras me guiñan  las estrellas.

sábado, 12 de septiembre de 2015



LÁGRIMAS DE SAL

Con su vestido de pena
Y su lánguida mirada 
Camina sobre la arena
Una sombra lastimada.

Los más viejos del lugar
Alaban aún su belleza
Cuando la ven pasear 
Bajo un manto de tristeza.

Fue una noche sin luna
La que borró toda huella
Y cambió la fortuna
De aquella hermosa doncella.

Dicen que una sirena con su canto traicionero
Envolvió en su red de fino coral
El cuerpo de un marinero
Manteniendo prisionero aquel amante zagal. 

Noche y día la ven paseando junto al mar
Envuelta entre la bruma
Esperando sin saber que esperar
Mientras sus pies besan la espuma. 



   



sábado, 29 de agosto de 2015

SOMOS PASADO


Hoy que la vida te venció, te postras ante mi suplicando clemencia, dejando en el olvido tu burla e indiferencia. 

Hoy que te han pagado con la moneda del desamor, regresas herido y roto buscando cobijo  y calor.

Hoy que todas las cartas están en mi lado de la balanza, siento amarga hiel en vez del dulce sabor a venganza. 

Como quisiera escupirte "ya te lo advertí", pero al ver tanta tristeza me arrodillo ante ti. 

Murmuras que me quieres, que estabas equivocado, excusas en tu ceguera el daño que me has causado.

Poso un dedo en tus labios, ya no te quiero oír, hace mucho que mi corazón dejó de latir por ti. 

- Ya no te amo -susurro-, otro ocupó tu lugar, alguien que supo verme, uno que sabe amar.- Acaricio lentamente, contemplando tu derrota, el rostro antaño adorado. - Hoy que no queda nada, que sólo somos pasado, logras comprender el dolor del amar sin ser amado. 







sábado, 22 de agosto de 2015

DÉJAME SOÑAR



Dime que me amas aunque sea mentira, dime que me quieres aunque sepa que no es verdad. Miénteme mi vida con palabras bonitas que ya no sientes y yo creeré.

Déjame ilusionarme con los recuerdos del ayer, creyendo que aún es posible regresar a tus abrazos pasados.

Déjame seguir soñando con levantarme a tu lado, con acariciar la seda de tus cabellos, mientras tu duermes soñando con él. 

Y cuando te vayas a refugiarte a sus brazos, cuando corras a su encuentro, no me despiertes cariño; déjame soñar que vas a volver. 



miércoles, 19 de agosto de 2015

YO, ERNESTO (Homenaje a E.Hemingway).



Yo, Ernesto.

Apurando la copa paseo por el despacho, sobre la mesa con su silencio condenatorio por el abandono, la máquina de escribir. Aparto la vista y me dirijo al ventanal, los albores me muestran, por última vez,  el paisaje de Idaho. En el horizonte las cimas ahora verdes, en las que rememoré las nieves del Kilimanjaro, las coloridas laderas que me transportan a la alegre España, el lago por cuyas orillas caminé esperando encontrar al viejo Santiago como allá en mi añorada Cuba, los idílicos atardeceres del bello Paris…
Arrastrando los pies voy al recibidor, tomo asiento y dedico unos segundos a evocar que amé, reí, vi los horrores de la guerra y mal que bien sobreviví, mas los demonios siempre me acompañaron son más fuertes que nunca. Agarro el arma, apoyo el frío cañón sobre la frente y aprieto el gatillo.
 Qué ironía, tras años sin escribir hoy puse fin a mi mejor historia. Mi vida.





sábado, 15 de agosto de 2015

AMOR DE HOMBRE


Siempre he sido un solitario empedernido, sin amigos, sin familia…, pero todo mi mundo se hizo añicos en el mismo instante en que fijé mis ojos en los suyos, verdes como el jade, mi corazón comenzó a bombear tan fuerte que pensé que se me saldría del pecho. Envuelta en una túnica escarlata, con el pelo negro ondeando al viento parecía una diosa de un mundo fantástico, cuando me sonrió supe que estaba perdido, que nada volvería a ser como antes. 

Tendí mi mano hacía ella, era mi sueño hecho realidad, rodeada de ese aura divina que la hacía irresistible a mis ojos, era bella, simplemente perfecta. Supo desde el primer momento que me tenía a sus pies y que no opondría resistencia alguna por seguirla hasta donde quisiera llevarme.

— Te amo— murmuré, aún sin conocer su nombre— Te amo.
— ¿Me amas?— su voz era tan dulce como una caricia, tanto que me estremecí por el simple placer de oírla hablar.
— Si, te amo— repetí, era lo único que era capaz de decir, caminé con paso tranquilo hasta ella, necesitado por tocarla, por sentir el calor de su piel en mis manos.
— Vete— me dijo dándose la vuelta para marcharse— aléjate, este no es tu sitio. Ya volveremos a vernos.
—¡ No puedo!— exclamé— no me abandones.

Ella alzó sus elegantes manos hasta mi torso desnudo, no tenían la calidez que esperaba, más bien estaban gélidas, pero era un frío agradable que me llegó hasta la columna despertando aún más mi necesidad.

— ¿Qué quieres de mí?— susurró sin dejar de mirarme y de tocarme.
— Quiero estar siempre contigo— respondí embriagado por el torrente de deseo que recorría mis venas como una manada de potros salvajes—, siempre.
—¿Qué me darás a cambio?— preguntó.
— Todo lo que tengo, todo lo que soy— dije desesperado para que no me abandonara.
— Si eso es lo que quieres, que así sea— me tomó de la mano y me llevó con ella, mientras me afirmaba— el siempre es muy efímero.

Nos amamos noche y día en un lecho de negras sábanas de seda, su cuerpo era mi hogar, mi templo, mi mundo…, respondía a mis caricias como si nos conociéramos de siempre, como si supiera que era lo que necesitaba, en sus brazos supe que era la felicidad.

—¿Me amas?— demandé una noche mientras acariciaba su nívea piel.
— Si— afirmó contundente—, te amo y te reclamo para mí.
— Ya soy…— posó las frías falanges sobre mi boca, acallándome.
— Es tiempo de separarnos— murmuró sobre mis labios con dulzura—, antes de estar juntos.
— No me dejes— supliqué— por favor, no me dejes.
— No soy yo quien se va— por primera vez sus ojos adquirieron un inquietante brillo que hizo que un escalofrío me sacudiera por completo— ha llegado la hora.

Sentí como sus manos se introducían en mi pecho y sin miramientos me arrancaban el corazón, no sentí dolor, me lo mostró triunfante, sin dejar de mirarme fijamente hasta que dejó de latir, mis orbes se abrieron, boqueé desmesuradamente pero no fui capaz de emitir una sola palabra.


Me desperté sobresaltado, con las sábanas enrolladas en mi cuerpo y un sudor frío envolviéndome por completo, llevé las palmas a mi pecho tratando de encontrar la herida, pero no había nada. Tan sólo había sido una maldita pesadilla.

 El sonido de un sollozo me hizo levantar la vista, no estaba solo, una joven rubia de ojos azules me miraba y lloraba sin consuelo, alguien la acompañaba una pareja de ancianos y algunas personas más me contemplaban. Me sonaban sus caras aunque no les conocía. Les hablé pero no me escuchaban, traté de levantarme pero estaba paralizado, grité y grité pero no solo no me hacían caso, sino que poco a poco se iban desvaneciendo ¿Qué estaba pasándome? El pánico se apoderó de mí.

Recorrí la vista por la estancia, una aséptica habitación de hospital, alguien permanecía escondido entre las sombras, dio unos pasos hasta mí, iba envuelta en una capa oscura que la ocultaba por completo, de pronto la capucha cayó hacía atrás, mostrándome los ojos verdes jade más hermosos que jamás hubiese podido ver, sonreí, ella estaba allí conmigo, tal vez seguía dormido, si eso era, se acercó a mi lado, una cadavérica mano me acarició la mejilla.

—¿Quién eres?— le pregunté sabiendo la respuesta de antemano.
— Soy la Muerte.
— ¿Qué haces aquí?
— He venido a reclamar lo que me pertenece— su voz continuaba siendo la más dulce que jamás había escuchado—. He venido a reclamarte a ti, mi amor.
—¿Mi amor?— me sorprendió que me llamará por ese apelativo cariñoso— yo pensé que tu no…
— ¿Ya no me amas?— demandó tristemente.
— Si te amo— afirmé sin dudarlo—. Pero tú…
—Soy una mujer— murmuró con ternura— que vaga sola por el mundo, rechazada, temida y odiada por todos pero, que tiene anhelos y deseos como todas…
—¿Qué deseas?— alcé las manos para acariciar el hermoso pómulo y arrastrar la lágrima que rodaba por ella.

—Tu amor de hombre.

No hicieron falta más palabras entre nosotros, acuné su rostro entre mis manos y la besé. Yacía en los dulces brazos de La Parca, la hice mía y yo fui suyo para la eternidad. Perdí la vida en la bruma de la locura, pero encontré algo precioso a su lado, el amor verdadero que sólo puede dar una mujer entregada.